....................................... Viaje al interior de una expedición

sábado, 3 de diciembre de 2016

Cuando todo estaba mucho más lejos ....


Un día cuando era muy niño y bastante pobre, vivía en lo que era un pueblito rural de Patagonia norte; Plottier, con sus álamos que sonaban a trueno cuando el viento constante empujaba sus ramas resecas en los largos inviernos, con un tren que pasaba hacia el oeste por la mañana y en sentido contrario al caer la tarde, la vida era simple, futbolística y allegada a la naturaleza del lugar. Al concluir el año 1977 los maestros de la escuela se esforzaban para que pudiésemos hacer un viaje de egresados a la cordillera distante, mucho más lejos que el modesto presupuesto que habíamos conseguido en algunas tareas recaudatorias de nuestro séptimo grado de la escuela N° 60, en medio de esas tareas unas ayudas generosas, sobre todo de un señor, a medias querido, llamado "Lalo" Herrera puso lo que hacía falta para concretar el sueño; plata. Me comprometí en la tarea de avisar a algunos compañeros dispersos en esa geografía de chacras, pastizales y grandes baldíos, colaboraba con la organización yendo y viniendo, fue en esos quehaceres que una tarde luego de trotar unos seis kilómetros hasta la casa de una compañera llamada Mara, reflexioné que lo recorrido equivalía a la altura del Aconcagua, ciertamente reconocía lo lejos que estaba en todos los sentidos. 
 
Con mi hermana Margarita ...
No dejé escapar al tiempo, no cedí al determinismo personal, que no es más que comodidad o pereza. Como pude avancé y retrocedí, aprendí, erré, acerté y fui creando y aprovechando oportunidades, poniendo toda mi capacidad para cumplir algunos sueños. Me tomó años recorrer esos seis kilómetros hacia arriba. Me convertí en un experto edificador de ilusiones. Luego; algunas revelaciones, un mentor, mi entorno, El Profeta, El Loco y algunos amigos me dieron el empujón final, accedí a las montañas y descubrí muchas cosas en ellas, aunque el mayor descubrimiento fue la experiencia introspectiva provocada por el camino para llegar, la marcha interior, los escalones de la mente y el espíritu que uno debe subir para posicionarse más alto, las cosas de las que hay que desprenderse para superar los pasadizos estrechos que conducen a esos instantes de plenitud. En una parte del libro me vas a encontrar con amigos en mi vigesimocuarta visita a la cumbre del Aconcagua, celebrando, abrazando y llorando, tratando de autoconvecerme que es la última. En en sus hojas seguramente no encuentres plasmada una obra literaria, tampoco una sucesión de hazañas, es solo una historia simple, montañística y allegada a la naturaleza del lugar. Nos vemos en el libro, muchas gracias ...

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